TEJO TEJO TEJO TEJO TEJO TEJO TEJO (TAXUS BACCATA / Fam.Taxaceae )
En las distintas tradiciones su extraordinaria longevidad, le confiere un halo casi divino. No es solo una cuestión de vejez sino de la eterna juventud que el tejo representa simbólica y físicamente, con su hoja perenne y su capacidad de rebrote en las condiciones más
de rayos, podas o caídas. Su vitalidad es tan impresionante que aún caído, en posición horizontal, conserva las raíces que le permiten no solo sobrevivir, sino rehacerse, convirtiendo sus ramas laterales en ejes verticales. El tejo se eleva en el principio y el fin de los tiempos,
y se encuentra presente tanto en los centros sagrados como en sus santuarios naturales. Casi todas las partes del árbol son ricas en alcaloides tóxicos, cuya ingestión puede provocar la muerte. La baya es la única parte del árbol que no es venenosa y está libre de taxina, aunque la semilla si es tóxica. Ya en la Antigüedad, el tejo era una especie muy apreciada,
particularmente por su madera de gran calidad, y estudiada tanto por sus propiedades curativas como venenosas. Fueron los griegos quienes dieron al tejo el nombre de Taxus en función de dos aspectos de este árbol: taxon = arco y toxikon = veneno. Por un lado, su madera, resistente y flexible, se utilizaba para la fabricación de arcos y, por otro, su naturaleza venenosa. Se le llamaba árbol de la muerte,
siendo mencionado con frecuencia en la literatura griega y latina. En el mundo celta, de forma especial, se veneraba a los árboles que habían visto y vivido mucho, se tomaban como sabios testigos del mundo. Arbol sagrado para el pueblo celta, cuyos druidas hacían bastones mágicos
con sus ramas y con palillos de su madera adivinaban el futuro. Las personas se reunían en torno a los árboles sagrados y podían estar en contacto con la atmósfera espiritual que rodeaba a estos árboles. Este árbol tenía un significado místico y sagrado en cultos paganos precristianos y se suelen encontrar tejos en la actualidad junto a iglesias cristianas.
adversas. En una leyenda irlandesa, para casarse con una doncella, era condición indispensable que el pretendiente trajera, una rama de acebo, flores de caléndula y bayas del tejo. Además de su longevidad real y legendaria, otros aspectos del tejo propician su imagen de ser casi inmortal, como su facultad de rebrotar después
de rayos, podas o caídas. Su vitalidad es tan impresionante que aún caído, en posición horizontal, conserva las raíces que le permiten no solo sobrevivir, sino rehacerse, convirtiendo sus ramas laterales en ejes verticales. El tejo se eleva en el principio y el fin de los tiempos,
y se encuentra presente tanto en los centros sagrados como en sus santuarios naturales. Casi todas las partes del árbol son ricas en alcaloides tóxicos, cuya ingestión puede provocar la muerte. La baya es la única parte del árbol que no es venenosa y está libre de taxina, aunque la semilla si es tóxica. Ya en la Antigüedad, el tejo era una especie muy apreciada, 
con sus ramas y con palillos de su madera adivinaban el futuro. Las personas se reunían en torno a los árboles sagrados y podían estar en contacto con la atmósfera espiritual que rodeaba a estos árboles. Este árbol tenía un significado místico y sagrado en cultos paganos precristianos y se suelen encontrar tejos en la actualidad junto a iglesias cristianas.
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